Las cláusulas suelo son una cláusula estipulada en el contrato hipotecario que establece un límite mínimo al interés aplicable en dicho préstamo. Esto quiere decir que aunque el interés baje (Euribor), el consumidor no se puede beneficiar de la reducción de la cuota de intereses en esos casos.
Ejemplo: Se firma una hipoteca a interés variable, figurando que a pesar de que el interés irá cambiando con el tiempo según la variación que experimente el EURIBOR, el interés variable del préstamo nunca será inferior al 4,50% ni superior al 15%. En este ejemplo como vemos, aunque el interés del préstamo por aplicación del Euribor sea inferior al 4,50%, el Banco se asegura que el cliente siempre pague como mínimo ese interés (cláusula suelo); igualmente, en el supuesto analizado, habría una cláusula techo consistente en que el interés del préstamo aplicado con las variaciones del Euribor nunca podrá superar el 13% (cosa improbable en estos tiempos) y que le servía al Banco para hacerle creer al cliente que ellos también corrían sus riesgos con esta cláusula.